sábado, 29 de marzo de 2014

¿Amor sentido o sufrido?

En los poemas que, a continuación, se tratan, podemos ver el tema del amor de modos distintos, atendiendo tanto a cuestiones sinceras, como físicas, sin tener en cuenta sentimientos puros, solo visuales. Esto nos hace plantearnos a veces la cuestión de si el amor en el siglo XVIII era tratado como algo puramente sentido, o realmente sufrido por los poetas, es decir, si solo contaban con aspectos superficiales, o se dejaban llevar por sentimientos reales. La Ilustración fue época de intereses científicos mayoritariamente, dejando a un lado menos importante los sentimientos en las obras literarias.

En el poema de Gaspar Melchor de Jovellanos ,«Idilio VI A Galatea», podemos ver la  sutil descripción de Galatea. La utilización de numerosas metáforas para describir su físico dan a entender la imagen idealizada del poeta hacia la joven, alabando cada milímetro de su cuerpo y adorando sus ojos y sus labios. Quizás un mensaje demasiado superficial, que no reivindica el verdadero amor sufrido y realmente sentido, sino algo que solo se guía por los ojos y no el corazón. La belleza de Galatea despierta pasiones sobre el poeta, pero no le hace sentir verdaderos impulsos amorosos.  Se expone una imagen de la mujer como objeto de inspiración a la escritura.

En el mismo caso encontramos la Oda XLII de Meléndez Valdés, «El abanico». El poeta describe los sensuales movimientos del abanico de la joven, con matices eróticos. Se presenta una atracción aun siendo de un modo cortés y no lanzado. En ese caso, y como punto de inflexión en la poesía de la época, encontramos una actitud de la mujer mucho menos recatada y fría, siendo esta la que, con el lenguaje de los abanicos, incita al hombre a un amor apasionado, fuera de los sentimientos y adentrándose más en temas más carnales.



Como oposición, tenemos el poema "Un amante al partir su amada". El hombre expone su tristeza por la pérdida de su amada al tener que estar con un hombre de mayor posición social, y se pregunta a sí mismo y su amor era verdadero, defendiendo que todo lo que él ha sentido sí era real.  Se cuestiona las intenciones de la mujer, incluso maldiciendo el hecho de haberle entregado todo por la misma inseguridad de la burla de esta hacia sus sentimientos.  Sin embargo, el dolor de su partida hace que sufra por ese amor, exponiendo abiertamente sus sentimientos y criticando las costumbres sociales que hacen que su amada se vea obligada a separarse de él.



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