Escribió bajo los seudónimos de Fígaro, El Pobrecito Hablador o El Bachiller, situando a España en el centro de su obra crítica.
En su obra "Las palabras", plasma el incorformismo ante la situación social y política que vive España en la época, comparando a las personas con animales sin razón, y defendiendo que estos son los que gozan de una mejor vida al entenderse sin palabras:
"En conclusión, los animales como no tienen el uso de la razón ni de la palabra, no necesitan que les diga un orador cómo han de ser felices"Las palabras, instrumento de todo escritor para plasmar sus sentimientos y pensamientos, implican para Larra un instrumento de lucha contra la sociedad que intentó arrebatar a la prensa y las obras literarias su poder informativo y moralizante a través de ellas mismas. Estas palabras acabaron volviéndose contra el propio escritor, haciéndole ver la sociedad en la que vivían como algo desolado y pesimista.
Aqui vemos como Larra ve a la sociedad como algo que antepone el poder y el llevar la razón ante todo, a la propia razón en sí, a la lucha por mantener la paz y desterrar la mentira. Asegura que, por conocer la palabra, mentimos, mandamos y nos dejamos gobernar. Que la razón del hombre es fácilmente manejable con el conocimiento de la palabra que lo haga arrodillarse ante otros.
Reivindica el poder del entenderse sin hablar, del no engañar con la palabra y de la felicidad efímera que producen las artes ancladas a las palabras, defendiendo que esto es simplemente "ruido y confusión".
El saber no es más que un laberinto cuyo fin se sitúa en el poder, en el gobernar, en el manejar.
La simplicidad de los animales de satisfacer únicamente sus necesidades vitales es lo que hace que el conflicto sea inexistente, pues sólo pretenden calmar su hambre o su sed, no sus ansias de poder ni de saber.
A esto es a lo que se refiere Larra cuando dice que "la capacidad de habla y escucha es precisamente la razón de la inferioridad del hombre"
Las palabras son las que permiten manejar al hombre a su antojo a aquel que cuente con el don de la oratoria, a aquel que sepa decir que después de la tormenta llega la calma, cuando dicha tormenta aun no ha pasado,y a aquel que con solo decir "sí" ya gobierna al resto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario