Como autor teatral suele tratar temas de tipo tradicional, precedentes del Siglo de Oro. Su obra más famosa es Don Juan Tenorio (1844), aunque su tema no es tradicional, puesto que ya lo había tratado Tirso de Molina en su obra El burlador de Sevilla donde vemos a un Don Juan profesional en el arte de seducir a las mujeres y el cual, al igual que el personaje de Zorrilla, discute con el poder divino. En el Don Juan tirsiano, se observa como el personaje no se preocupa por las injusticias que comete y por la repercusión que más tarde pueden tener sus actos. En cambio, en el Don Juan de Zorrila, el carácter diabólico del personaje tiene un papel fundamente, e incluso él mismo todas las cosas malas que ha hecho y llega hasta el punto de enorgullecerse de ellas: Por donde quiera que fui,/ la razón atropellé,/ la virtud escarnecí/ a la justicia burlé,/ y a las mujeres vendí./ Yo a las cabañas bajé,/ y a los palacios subí,/ yo los claustros escalé,/ y en todas partes dejé/ memoria amargada de mí. (Zorrilla, Don Juan Tenorio, vv. 501-505). Por este motivo algunos de los personajes de la obra de Zorrilla le llaman hijo de Satanás, en la obra de Tirso de Molina también se observa la comparación con el diablo.
Aunque Don Juan sea tachado como un diablo no quiere decir que sea un ser despiadado, si no que representa una persona que comete errores y que por amor puede cambiar, llegando hasta el punto de arrepentirse de todo mal que hizo gracias al amor de Doña Inés.
La primera vez que Don Juan se salva por amor de una mujer es el año 1834, Le souper chez le Commandeur.
Dentro de la obra, se aprecia el carácter religioso-fantástico, puesto que al intervenir Doña Inés ofreciendo su alma a Dios a cambio de la de Don Juan, muestra la personalidad que caracteriza a los autores románticos.
Al final de la obra, en una de las apariciones de la sombra de Inés de Ulloa, le dice que el tiempo se termina y tiene que hacer algo para enmendar sus errores, puesto que al día siguiente los dos se encontraran en la misma tumba. Don Juan cree que todo fue una broma de Centella y Avellaneda. Se dirige al cementerio, donde se encuentro con Don Gonzalo y todas aquellas personas que han muerto por su culpa. D. Gonzalo le comunica que se le ha terminado el tiempo, Don Juan pide un instante para arrepentirse y cuando está a punto de darle la mano a D. Gonzalo para irse al infierno con él, suplica a Dios y le pide perdón mientras dirige su mano al cielo y en ese momento ve a Doña Inés, quien le dice que Dios le ha perdonado. Es cuando todas las sombras regresan a sus tumbas. El protagonista agradece la oportunidad que se le rinde en el purgatorio para reflexionar sobre el mal causado. Finalmente Don Juan y Doña Inés mueren uno al lado del otro.
Cae DON JUAN a los pies de DOÑA INÉS, y mueren ambos. De sus bocas salen sus almas, representadas en dos brillantes llamas que pierden en el espacio al son de la música.
Cae el telón.)
Para finalizar con el Don Juan Tenorio de Zorrilla, cabe destacar las características románticas que encontramos en la obra, sobre todo en la segunda parte; el cementerio, lugar preferido de los autores para representar el ambiente de las acciones por ser lugares solitarios, abandonados, con cadáveres...; la personalidad de Don Juan, héroe misterioso, y de Dña Inés, quien poseía las virtudes físicas y espirituales de la mujer romántica. Además del final trágico que acaba con el amor de los protagonistas.
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