Meléndez es, sin duda, la personalidad poética más relevante de todo el XVIII español. Representa la madurez de la Ilustración poética. En sus obras confluyen y conocen sus calidades más altas el gusto rococó, con sus odas anacreónticas y su lírica amorosa; la poesía de factura neoclásica; y la veta prerromántica de sus composiciones filosóficas y religiosas.
En un primer momento el autor cultiva una poesía ligera y sin compromiso, con un toque de evasión y restos juveniles, en los que renuncia a versos sublimes y cantos épicos. A mis lectores es una declaración de intenciones:
Muchacho soy y quiero
decir más apacibles
querellas y gozarme
con danzas y convites.
En ellos coronado
de rosas y alelíes,
entre risas y versos
menudeo los brindis.
En los versos finales encontramos una alusión a Baco y el de Venus haciendo referencia a que dispara su flecha con la que enamora a jóvenes despreocupados.
Pues Baco y el de Venus
me dieron que felice
celebre en dulces himnos
sus glorias y festines.
La Oda II: El amor mariposa pertenece al género de poesía rococó. Observamos como sigue la corriente Neoclásica, su tema se basa en los gustos y los placeres. El amor se encuentra reflejado a través de una alegoría a la que se le da cuerpo y forma y que se identifica con la alegría. El amor se desarrolla en el juego de la seducción: Las zagalas, al verle,/ por sus vuelos y gracia/ mariposa le juzgan/ y en seguirle no tardan/ Una a cogerle llega,/ y él la burla y se escapa;/ otra en pos va corriendo,/ y otra simple le llama...; observamos que ahí comienza el juego. Es una poesía de tipo popular de versos heptasílabos, en la que riman los versos pares con rima consonante, a excepción de los versos 22 y 24 que tienen rima asonante.
Lo más novedoso en el Siglo XVIII es la poesía erótica que J. Meléndez Valdés introduce con su poema De Los besos de amor sin dejar de lado su poesía amorosa se introduce en esta nueva corriente. Se trata de expresar las palabras a través de la sensualidad, para que cada lector cale lo que el autor quiere decir y transmitir. En este caso, el autor describe una escena de placer entre dos personas que se quieren y se lo demuestran:
[...]
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
Destacan entre sus Odas A una fuente, en la que expresa su amor por la naturaleza o De la primavera, además de las anteriores comentadas en los que sigue como modelo a Garcilaso y Fray Luis de León. Más tarde por influencia de Jovellanos, trata temas filosóficos de carácter moral y social como es el caso de El filósofo en el campo, hace una alabanza a la vida campesina, una de las ideologías ilustras, y hace una critica a la vida urbana y al señorito que tiene una vida llena de lujos y de vicios, en la que rechaza la vida del clero y de la nobleza por los privilegios que tienen. Alaba la justicia social a través de largos versos y llenos de reflexiones filosóficas sobre el hombre y el universo.
[...]
¡qué mal al pobre el cortesano juzga!
¡Qué mal en torno la opulenta mesa,
cubierta de mortíferos manjares,
cebo a la gula y la lascivia ardiente,
del infeliz se escuchan los clamores!
Él carece de pan; cércale hambriento
el largo enjambre de sus tristes hijos,
escuálidos, sumidos en miseria;
[...]
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