sábado, 7 de junio de 2014

Muestra del amor divino

Leopoldo Alas, Clarín (Zamora, 1852 – Oviedo, 1901), perteneció a una familia liberal de origen asturiano. En sus obras mostraba una actitud radical que no abandonó nunca, aunque derivó del positivismo el espiritualismo en sus últimos tiempos.

Voy a comentar un fragmento de la obra La Regenta, publicado entre 1884 y 1885. El fragmento que voy a comentar pertenece al capítulo XXVI, es decir, pertenece a la segunda parte de la obra, ya entra en materia la vida de la Regenta con respecto a su marido Víctor Quintanar, Álvaro Mesía, el Magistral Fermín de Pas y la propia Vetusta. El fragmento comienza por <<El jueves Santo llegó con una noticia que había de hacer época en los anales de Vetusta…>> hasta  <<Una hora antes de obscurecer salió la precisión del Entierro de la iglesia de San Isidro>>.

El jueves Santo se difundió la noticia de que Ana Ozores va a dar ejemplo a Vetusta saliendo en una procesión y descalza, correspondiente al día siguiente, viernes Santo, “el entierro de Cristo”, tiene que cumplirlo porque se lo prometió al magistral y para ella significaba un voto sagrado, ejemplo de religiosidad. La Marquesa consideraba que ese gesto significaba una locura y no de religiosidad, lo valoraba como un espectáculo que iba a dar ella a Vetusta, sorprendente porque es ella la que se ofrece y siendo tan recatada siempre con sus hechos, pero lo que más les sorprendieron a la Marquesa, Rufina y Obdulia fue la postura que tomó la Regenta al ir descalza durante el recorrido de la procesión, es un ejemplo de cristianismo y humildad según la mística protagonista, pero aun así la Marquesa seguía viéndolo como un acto de diablura. De repente aparece el Marqués junto a don Víctor Quintanar, el cual se muestra apenado. Él también quedó sorprendido por la postura de su mujer, pensando que ya no era tan mística como Santa Teresa, pero él no se podía negar al deseo de su mujer, ya que para Ana significa un compromiso con la religión, pero aun así la considera una pobre loca. Era un hecho sorprendente porque jamás en Vetusta, una mujer y tan importante como es la regenta que está en boca de todos, haga ese cometido. Don Víctor al escuchar que su mujer iba a ir descalzada no solo se sorprende sino que se negó, era un acto absurdo que le iba a poner en ridículo, pero sabía perfectamente que la decisión de Ana era irrevocable.

Para el Magistral este día era triunfal, lleno de gloria, Vetusta estaba sometida y sus enemigos tenían que callar, sin embargo Ana cuando amaneció aquella mañana, sentía miedo y pudor, pensaba al igual que su marido, estaba siendo una loca, pero recordó la promesa que le había hecho al Magistral. Pudo recordar que en Zaragoza ella vio a una mujer, vestida de nazareno, también descalza e iba detrás de Cristo, juró hacer lo mismo que aquella mujer. Eso no significa otra cosa que ser críticada por Vetusta, desprecio de todos y por ella misma. Doña Petronila, se ofrece para hacer el traje de nazareno para doña Ana, pero aquel día deseó que no saliese aquella procesión. Ana pensaba en su marido, lo que iba a realizar era una ofrenda para él, como forma de piedad para conservar el honor, aquel día no tenía entusiasmo cosa que en días anteriores lo estuvo asimilando con admiración, no le acompañaba ni la fe, la imagen que podía dar a Vetusta, le superaba por completo, solo pensaba en que aquel acto era un escándalo. No llovió, así que pudo salir la procesión de Entierro de la iglesia de San Isidro.

El narrador está en tercera persona, heterodiegético, es omnisciente y su focalización es externa. Clarín narra y describe absolutamente todas las ideologías de los personajes de Vetusta a las habladurías, en especial el de la protagonista, Ana Ozores, como ya he comentado anteriormente, Ana se ofrece a hacer el acto de religiosidad, pero en el mismo día duda de poder hacerlo por lo que pueda pensar Vetusta de ella y de sí misma, importancia de la honra, a partir del momento en que se entera Vetusta del cometido que va a hacer Ana se desencadena diferentes opiniones:  

Se puede comprobar como hay tres tipos de actitudes en este fragmento: Marquesa y Quintanar, lo considera un hecho de locura que da de hablar para el pueblo de Vetusta; Obdulia, que en parte siente envidia del gesto de Ana por su atrevimiento y Petronila, que considera a este acto un gesto de religiosidad, un ejemplo para la ciudad, pero que no desea que salga al final.

Los temas del fragmento son: la religiosidad, actitud que toman los cristianos para sentirse liberados del pecado, el compromiso con la vida religiosa, la honra, principalmente se refleja en Quintanar por no poder hacer nada porque es decisión de su mujer y Vetusta juzga a Ana por ese acto de religiosidad pero también de condena, el orgullo que siente el Magistral, es su día y no puede ser juzgado por sus enemigos y la vergüenza que siente Ana porque se pone en boca de Vetusta, aunque haya sido ella la que se ha ofrecido.



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