A continuación, analizaré el capítulo XXVI de La Regenta. El fragmento a comentar es el siguiente: <<El jueves Santo llegó con una noticia que había de hacer época en los anales de Vetusta, anales que por cierto escribía con gran cachaza un profesor del Instituto, autor también de unos comentarios acerca de la jota Aragonesa.
En casa de Vergallana la tal noticia estalló como una bomba>>, hasta: <<Una hora antes de obscurecer salió la procesión del Entierro de la Iglesia de San Isidro>>.
Este fragmento de texto de La Regenta (1884-85) se encuadra dentro del capítulo veintiséis, es decir, que está incluido en la segunda parte de la novela. Comienza con la conversación de las mujeres que reflejan el pensamiento de la sociedad vetustense, en la que se hace una crítica a todo lo que se aleje de su visión general e indiscutible. Ana le promete al Magistral que saldrá descalza como penitente en la procesión de Semana Santa. Este es el acto que desencadena los comentarios en la reunión de mujeres, en los que la Marquesa dice que ese acto no es la manera de demostrar la devoción, ni la forma de sentir qué es la religión, tachándola de loca, lo que más tarde volverá a hacer Víctor: La marquesa no acababa de santiguarse. <<Aquello no era piedad, no era religión; era locura, simplemente locura. La devoción racional, ilustrada, de buen tono, era aquella otra, pedir para el Hospital a las corporaciones y particulares a las puertas del templo, regalar estandartes bordados a la parroquia; ¡pero vestirse de mamarracho y darse en espectáculo!...>> Para la Marquesa un acto religioso será realizar donaciones y no vestirse de nazareno e ir descalza.
Obdulia se preocupa más por la apariencia que por lo que pueda llegar a significar para Ana el castigo penitenciario: <<¿Y el traje? ¿Cómo es el traje? ¿Sabe usted...? (...) ¿Marrón foncé?-objetó Obdulia-...no dice bien... oro sería mejor>>.
Entran en escena Vegallana consolando a Quintanar, que venía desconsolado, vuelve a insistir en que su mujer está loca. Con la acción de Ana, el Magistral muestra a sus enemigos que no ha perdido autoridad sobre la protagonista.
En definitiva, en la novela y en este fragmento están representados todos los personajes de una sociedad española del siglo XIX: el obispo, marqueses, burgueses... La Regenta ofrece una visión de los conflictos sociales y personales que se desarrollaron, por ejemplo, en la sociedad, sometida a la crítica. Domina la envidia y la superficialidad, como hemos visto con la Marquesa y Obdulia.
Clarín intenta obtener el mayor grado de objetividad posible a la hora de narrar y para ello emplea el narrador omnisciente, abunda el diálogo, donde claramente son los personajes quienes opinan directamente. Usa la técnica empleada en el naturalismo del estilo indirecto libre, por medio del cual, el autor se mete dentro de la mente del personaje para narrar lo que observa y piensa representándolo en tercera persona, como si fuese un narrador omnisciente.
Usa un lenguaje coloquial que usa para acercarse al lector -mamarrachos, calzonazos...-, característico del Realismo; al igual que la descripción realista espacio-temporal que hace -<<El jueves Santo; El Viernes Santo amaneció plomizo>>-.
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